El pasatiempo transformado en solo-pasatiempo-profesión, marginalmente agrega a la sociedad tecnologizada y se autosocava por su falta de función objetiva e irrealidad.
La sola-profesión-pasatiempo sin estar adscrito a un sistema de comunicaciones, sin sentido intersubjetivo, se desvaloriza por aquello, por su misma génesis: su innecesariedad, por lo superfluo. Por este saber disimulado, se pierde parte de la eventual ganancia psicológica.
La mayor parte de los artefactos creados por la sola-profesión-pasatiempo desean ser colocados de alguna manera, son distribuidos para la felicidad, dilema o incomodidad de alter (familiares y amigos) o expuestos misecordiosamente en alguna heterotopia con la íntima expectativa de su eventual utilidad estética o funcional.
Bienvenido sea el sola-profesión-pasatiempo si la desvalorización del ideal del ocio compensa o constituye una terapia de actividades, produce autosatisfacción individual y no afecta la dignidad. De esta manera, aparentemente, no hay contradicción y puede ser perfectamente realizable.
Pero el que siente la innecesariedad y desprecio de su solo-pasatiempo-profesión y de sus eventuales artefactos, tiene que sufrir con la utopía de la felicidad.
Esta visión no peca nada de irreal y es parte de nuestra realidad, cualquiera sean las condiciones sociales.
Pero hay aún más problemas con en el pasatiempo como oficio:
1. Pérdida de la espontaneidad
2. Carácter ficticio
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